4.17.2018

Lo más dulce.

Será la única vez que deje salir esto.

Me hubiera gustado ser nosotros dos. Mensajearnos durante el día, contarnos el día, salir como pareja. Me hubiera gustado preocuparme por tu carrera, hacerte esos cariños que tanto te gustan cuando quisieras. Me hubiera gustado que me buscaras cuando estuvieras cansado, tener conversaciones de cosas en las que no concordamos, dormir juntos, escaparnos.

Me hubiera gustado tener fotos juntos, viajar a pueblos, tener que conocer a tus amigos. Me hubiera gustado caerle aún mejor a tu mamá, conocer más a tu perro, saber cuándo te mudabas. 

Me hubiera gustado acostumbrarme a tu olor, conocer todos tus enojos y berrinches, caminar por el centro y que me contaras toda y cada una de las cosas que sabes tú.

Me hubiera gustado que me llevaras a todos esos lugares raros en los que te gusta comer, que me contaras de tu anarquía, que nos enojaramos por tus irresponsabiliades y mis excesivas responsabilidades.

Me hubiera gustado despeinar tu cabello más seguido, acostarme de lo normal contigo, conocer tu vida.

Hay muchas de esas cosas que sí pasaron.

No lo sé, Caín, no sé qué tengo y si pudiera suprimirlo, perdóname, lo haría, pero no puedo.
 

4.08.2018

El veneno

Eres puro veneno. 

Otra vez lo único que tengo son mis recuerdos. Nuevos recuerdos. 
Otra vez no nos hablamos.

Otra vez tengo ganas de verte, hablarte, huir contigo.
Y otra vez hacemos como que tú y yo, ni nos conocemos. 

Te extraño, Caín. Creo que es la primera vez que lo digo así.
Te diría que tengo unas ganas terribles de acostarme contigo otra vez, y sí, la verdad es que sí, pero no solo es eso. Extraño platicar contigo. Extraño que me platiques. Contigo todo fluye distinto.

Por alguna estúpida razón me gustas demasiado. Me gustan tus ojos. Me gustan tu barba y sus barbitas perdidas pelirrojas. Me gusta tu piel, tu textura macilenta como mantequilla. Me gustan tus labios. Me gusta tu sonrisa y tu risa. Me gusta ese olor tuyo que sigo notando mucho aunque apestes a cigarros. Me gusta tu cabello aunque se vuelve un mega desmadre.


Y el único recuerdo real que tengo, es una maldito moreton enorme que me hiciste con esa agresividad de siempre. 

Y tengo unas ganas de mandarte un mensaje en este momento, pero ni sé de qué platicarte y me gana el orgullo. El orgullo de que no quiero quedar como una tonta que está enamorada de ti. 

Fuck.

¿Acaso acabo de admitir mi enamoramiento?

Qué mierda.  

Y no debería permitirme ese lujo porque todo mundo cree que tú y yo no somos nada. Que tú eres el cabrón popular de la universidad, el desmadre en persona. Y yo la chica bonita, con futuro brillante, novia perfecta y equilibrada.  

Y entre más escribo más pendeja me siento con todo.

Y aún así, no logro liberarme de tu veneno. De las ganas que siento de ti.

Son demasiadas confesiones para un día.

4.04.2018

Traición

Ni Caín se llama Caín, ni Abel se llama Abel, pero no iba a contar sus nombres de verdad. Cuando se los puse solo pensé en dos nombres de hombre que me gustaran, que no fuera David, que es el nombre que más me gusta. Ni siquiera recordé que Caín y Abel eran nombres de una historia biblica, mucho menos iba a acordarme que, en esa historia, Caín mata a Abel.

Caín y yo nos reunimos en uno de esos lugares que el frecuenta. La casa de amigos suyos, donde generalmente se realizan fiestas con mucho alcohol y drogas, y también venta de drogas. 

Terminamos en un cuarto de atrás, con los cuerpos enredados sin ropa, sudando. Y acordando que Abel jamás se enteraría.

Y ahora otra vez no hablamos.
Y yo sé que es porque te da pavor encariñarte conmigo, más de lo que deberías.

Agarrarnos de las manos, vernos a los ojos, darnos y darnos besos. Caín, por favor. Hacerlo, quedarnos platicando, abrazados, acariciandonos, volverlo a hacer. Hablar de mil cosas.

Daría lo que fuera por repetir ese Lunes.